2020

Descodificando a Diego: Maradona según los números

By Nick Dorrington | abril 17, 2020
2020

Descodificando a Diego: Maradona según los números

La suspensión del fútbol actual nos ha dado la oportunidad de recoger los datos de algunos partidos más antiguos. Con esta nueva información, podemos analizar algunos de los mejores jugadores de la historia de nuestro deporte desde una perspectiva un poco diferente.

Sin duda, Diego Maradona está en ese grupo. Para algunos, podrían ser un acto de sacrilegio arrastrar un jugador que inspira una reacción tan visceralmente emocional al ámbito de los goles esperados, deep progressions y acciones de presión, pero aquí estamos.

¿Qué podemos deducir de la muestra de cinco partidos de él que tenemos en nuestro sistema?

Una batalla en el Bernabéu

El primer partido que tenemos es el infame final de la Copa del Rey de 1984 entre el Athletic Club y el Barcelona de Maradona. No es una versión temprana de Maradona. Ya tenía ocho años de experiencia en una carrera que había comenzado a los 15 años en el Argentinos Juniors y que ya había producido un título de liga en el Boca Juniors, un rol como titular en la Copa Mundial de 1982 y un traspaso a España por un precio de récord mundial. Sin embargo, es antes de lo que generalmente se considera su verdadero apogeo.

Eso puede ser en parte por razones circunstanciales. Había momentos altos durante su estancia de dos años en el Barcelona. Dio la asistencia para el gol que abrió el marcador como parte de una actuación vivaz en la victoria contra el Real Madrid en el final de la Copa del Rey de 1983, y se ganó los aplausos del Bernabéu por una descarada pausa antes de rematar contra el mismo rival en La Liga. No obstante, entre enfermedades y lesiones, nunca tenía la oportunidad de coger mucho ritmo durante su etapa en el Camp Nou.

No es de extrañar que sufriera varias lesiones cuando se ve la brusquedad de las entradas en este partido. Ocho meses antes, Maradona había recibido una falta brutal de Andoni Goikoetxea del Athletic que lo mantuvo fuera del campo durante tres meses. Las entradas fueron igualmente duras esta vez.

Incluso en el contexto de un encuentro generalmente malhumorado, con 32 faltas cometidas por el Athletic y 21 por el Barcelona (como base de comparación, sólo hubo 30 faltas en total cuando los dos equipos se enfrentaron en los cuartos de final de la Copa del Rey de 2019/20), Maradona recibió la mayoría de la atención. Le hicieron casi tres veces más faltas que a cualquier de sus compañeros. Once veces en total.

La mayoría de ellos fueron recibidas de espalda a la portería y cortesía del marcaje cerrado y agresivo de Iñigo Liceranzu. Según los estándares modernos, cada una de su letanía de faltas podía haber sido al menos una tarjeta amarilla. Sin mencionar sus otros golpes impunes cuando el juego ya había avanzado.

En cierto modo, Maradona tuvo la desgracia de hallarse atrapado en un período transitorio entre los métodos defensivos aún más duros que Pelé y otros tuvieron que afrontar en los años sesenta y los increíbles avances en la preparación física de la era moderna. En su época, los jugadores se volvían más atléticos y los espacios en el campo se reducían, pero el arbitraje todavía no era tan riguroso como lo sería más tarde.

La decision de su entrenador y compatriota César Luis Menotti de alinearlo como único delantero central no le hace ningún favor. Fue una idea que Menotti también utilizó en la Mundial de 1982, y que allí también dejó a Maradona a merced de los defensores cuando recibió de espalda a la portería. Pasa gran parte de este partido recibiendo faltas o tratando de ingeniar pases de primer toque mientras salta para evitar golpes.

El Barcelona no podía progresar mucho en ataque. A pesar de los intentos constantes de Bernd Schuster, incluyendo nueve intentos de combinar directamente con Maradona, no podía perforar la defensa de un Athletic que ganó el doblete de Liga y Copa esta temporada. Maradona hizo sólo un tiro y un pase clave.

Tapado por el sistema y las circunstancias, frustrado por su incapacidad de influir en el resultado, Maradona se colapsó tras del pitido final, dando inicio a una fea pelea que contribuyó en gran medida a la temprana terminación de su relación con el Barcelona.

Maradona en su apogeo

Tal vez ningún partido encarna más el apogeo de Maradona que la victoria de Argentina por 2-1 contra Inglaterra en los cuartos de final de la Copa Mundial de 1986. Todo está ahí: la astucia, el engaño y sobre todo, la absoluta brillantez.

La narración predominante alrededor del triunfo de Argentina en este torneo siempre ha sido que Maradona arrastró a un equipo ordinario a la victoria. Es cierto que tuvo una influencia enorme en la esfera del ataque. Marcó o asistió casi tres cuartos de los goles de Argentina, y este partido deja claro su dominio de su producción ofensiva.

Argentina tuvo 15 tiros... 13 de los cuales fueron hechos o asistidos por Maradona.

Por supuesto, él también marcó los dos goles que le llevaron a la victoria. El primero... bueno, probablemente ya sepas cómo fue eso. Fíjense en la parte del cuerpo registrado: Other.

El segundo fue uno de los mejores goles de la historia del fútbol.

Maradona completó más regates (cuatro) en su carrera hacía este gol que más de 95% de los mediocampistas ofensivos y extremos de las cinco grandes ligas de hoy completaron por cada 90 minutos. En total, completó 12 de sus 14 intentos. Cada vez que conducía, Inglaterra era incapaz de detenerlo.

Maradona fue implacablemente positivo en todo momento, buscando avanzar en el pase, el regate o la conducción. No sólo proporcionó casi toda la producción ofensiva de Argentina, sino que también fue el jugador que más a menudo movió el balón al último tercio.

Había buenos jugadores en esta Argentina, muchos de los cuales tuvieron éxito a nivel continental en Sudamérica, o antes o después jugaron en Europa. El entrenador Carlos Bilardo también introdujo una innovación táctica con el cambio a un 3-5-1-1, con Maradona un poco detrás de Jorge Valdano, para los últimos tres partidos del torneo.

Sin embargo, el Mundial de 1986 siempre será recordado como el Mundial de Maradona. A partir de los datos que tenemos de este partido, es difícil argumentar en contra de la idea de que él asumió un nivel de responsabilidad mayor que el normal en este equipo. Un nivel de responsabilidad que es casi imposible de replicar en el fútbol hiperactivo de hoy.

El segundo partido que cae dentro del apogeo de Maradona es la vuelta del triunfo del Napoli sobre el Atalanta en el final de la Coppa Italia de 1986/87, un éxito que confirmó su doblete domestico. Este partido es probablemente menos representativo que el partido contra el Inglaterra. El Napoli ya tenía una ventaja de tres goles de la ida, así que no había la misma necesidad de que él llevara al equipo tan agresivamente sobre su espalda.

Sin embargo, como con Valdano en Argentina, Maradona se beneficia de tener otro delantero a su lado para actuar tanto como punto de referencia como opción de pase profundo. La gran mayoría de los pases centrales y largos están dirigidos a Bruno Giordano. Los balones más largos que recibe Maradona van a los espacios interiores, y en general, se involucra donde le apetece en vez de ser limitado a un punto de partida fijo.

El Maradona Maduro

Los dos últimos partidos que tenemos recogidos son de la exitosa campaña del Napoli en la Copa de la UEFA de 1989: la victoria por 3-0 sobre el Juventus en el partido de vuelta de los cuartos de final y el triunfo por 2-0 sobre el Bayern Munich en la ida de las semifinales. Maradona tiene sólo 28 años en este entonces, pero podría decirse que está a sólo 18 meses del final de su carrera de alto nivel.

Estes partidos muestran a un Maradona que sigue siendo decisivo pero de manera diferente. Es mucho menos dependiente de su habilidad en el regate. Después de 12 intentos de regate y siete completados para el Barcelona contra el Athletic en 1984 y su alta cifra contra Inglaterra dos años más tarde, intenta cinco regates y completa sólo uno en estos dos partidos en 1989. Andrea Carnevale y Careca hacen la mayoría de los regates en este Napoli.

Esto no quiere decir que Maradona no fuera todavía capaz de cambiar los partidos con sus regates. Su carrera para asistir a Claudio Caniggia para el gol decisivo de Argentina contra Brazil en los octavos de final de la Copa Mundial del año siguiente lo muestra perfectamente. No obstante, había empezado a racionarlos.

En este entonces, es mucho más probable que Maradona se combine con sus compañeros para avanzar el balón. A lo largo de 1984 y 1986 su proporción de pases a regates y conducciones cayó en un rango entre el 32 y el 34%; a lo largo de estos dos partidos de 1989, esta cifra ha aumentado significativamente a un 51.03%. Recibe el balón con más frecuencia en zonas más lejos de la portería rival.

Vemos a un Maradona cuya producción se ha inclinado hacía la progresión del balón y la creación de tiros para sus compañeros. Nadie mueve el balón al último tercio más a menudo o crea más oportunidades que él en estos dos partidos.

Mientras que hace cinco tiros, el segundo registro más alto de la plantilla, todos de ellos son desde posiciones especulativas. Sólo toca el balón dentro del área dos veces en el transcurso de los dos partidos.

Tanto Careca como Carnevale acumulan totales mucho más altos de goles esperados (xG).

Maradona había sido el máximo goleador del club en cada una de sus cuatro primeras temporadas en el Napoli. En esta campaña, Careca se llevó ese honor, con más del doble del total de Maradona, mientras Carnevale también anotó cuatro más que la suma de nueve de Maradona. Sin embargo, cabe mencionar que la temporada siguiente, en la que el Napoli ganó su segundo y último título de liga con Maradona, volvió a encabezar la tabla de goleadores.