La siguiente parada en nuestro viaje a través de la historia de la Copa de Europa es la final de 1989 entre el AC Milan y el Steaua de Bucarest. Ante un público partidario en el Camp Nou de Barcelona, el Milan de Arrigo Sacchi obtuvo el primero de sus dos títulos consecutivos.
En el primer capítulo de la serie, cubrimos el Real Madrid que dominó los primeros años de la competición en el contexto de su victoria sobre el Eintracht Frankfurt en 1960; la semana pasada, analizamos un choque de estilos en la final de 1972 entre el Ajax y el Inter de Milán.
Después de tres victorias consecutivas para ese Ajax y tres para el Bayern de Múnich, los equipos ingleses dominaron la Copa de Europa entre 1977 y 1984, ganándola siete veces en ocho años, incluyendo cuatro victorias para el Liverpool. Sin embargo, en los cinco años anteriores a la final de 1989, desde la última victoria del Liverpool hasta el triunfo del PSV Eindhoven en 1988, equipos de cinco países diferentes había levantado el trofeo.
Un Milan dominante
El Milan ya había abierto el marcador y realizado 10 tiros antes de que el Steaua hiciera su primer intento. Al final del primer tiempo, tenía una ventaja de tres goles. El cuatro llegó en el primer minuto del segundo.
El Milan hizo presión alta. En promedio, sus acciones defensivas se realizaron más lejos de su propia portería que las de cualquier equipo de la Liga de Campeones de la temporada pasada. Mantuvo al Steaua a distancia. El mapa de calor de sus acciones de presión muestra una clara inclinación hacia la izquierda defensiva, en gran parte porque las más de las veces el Steaua intentaba salir de ese lado.
Este era un Steaua muy bueno. Había promediado 2.75 goles por partido en su camino a la final, había llegado a las semifinales un año antes y había levantado en trofeo, con un triunfo sobre el Barcelona, en 1986. Acababa de conseguir el quinto de cinco títulos consecutivos de la liga rumana, los tres últimos logrados sin perder ni un partido. En ese tiempo, lograron una racha de 104 partidos sin perder que sigue siendo el récord entre los clubes europeos.
En este partido, el Steaua intentó constantemente jugar en corto desde atrás. La longitud media de los pases de su portero Silviu Lung, de 24.81 metros, fue mucho más corta que la de cualquier portero en la competición de la temporada pasada.
Se vislumbró su calidad en algunas de las secuencias en las que conseguía mover el balón más allá de la presión del Milan. Su capitán Tudorel Stoica fue imperturbable bajo presión. Sin embargo, el Steaua no pudo establecer ningún tipo de presencia regular en las zonas de ataque contra un Milan compacto y con una defensa legendaria de Mauro Tassotti, Alessandro Costacurta, Franco Baresi y Paolo Maldini.
Sólo cuatro de los 12 tiros del Steaua se realizaron desde dentro y alrededor del área. Su mejor ocasión fue una oportunidad bloqueada de 0.14 Goles Esperados (xG) cuando el partido ya estaba perdido hace tiempo.
Es interesante notar que los dos equipos completaron exactamente el mismo número de pases (401) en el transcurso de los 90 minutos. La diferencia radicó en lo que fueron capaces de hacer con ellos. Mientras que el Steaua tuvo problemas en penetrar, los ataques del Milan fueron rápidos e incisivos. Quince de sus 27 intentos de gol llegaron directamente de una recuperación de posesión en campo contrario. Cuatro o cinco se considera mucho hoy en día. Creó un buen volumen de tiros de alta calidad.
Dos goles de Ruud Gullit y dos más de Marco van Basten, junto con Frank Rijkaard el trío de internacionales holandesas que ayudaron a impulsar al equipo a sus éxitos de esta época, le ganaron el trofeo.
Gullit como punto de referencia
El Milan fue relativamente directo en su uso del balón, y Gullit fue su principal punto de referencia tanto para avanzar desde el medio defensivo hacia campo contrario como para avanzar desde allí hacia zonas centrales del último tercio.
Gullit fue más alto que ambos de los centrales del Steaua, y recibió con éxito 11 pases a la altura de la cabeza. Dada la amplia gama de sus habilidades, estaba lejos de ser un típico nueve de referencia, pero sí era capaz de cumplir aspectos de ese papel cuando su equipo los necesitaba.
Donadoni y el 4-4-2 del Milan
Sacchi es famoso por su uso de la formación 4-4-2, pero esto estaba lejos de ser una versión plana de esa alineación. Por un lado, había una clara asimetría entre los dos laterales. Maldini se quedó atrás, mientras que Tassotti avanzó mucho por la banda derecha.
Asimismo fue de interés los posicionamientos de Carlo Ancelotti y Roberto Donadoni, que se superponían mucho desde sus respectivas posiciones nominales en el centro y a la izquierda del mediocampo.
Sus mapas de recepción muestran que ambos pasaban una buena calidad de tiempo tanto en zonas centrales como en zonas de banda, aunque era Donadoni quien más a menudo conectaba con los dos delanteros.
También hicieron gran parte de su trabajo defensivo en áreas similares, aunque sin posesión Ancelotti parecía mantener una posición más de banda.
Donadoni nunca fue el jugador más llamativo pero sí fue uno muy valioso. Se esforzó mucho en ambos lados del balón en este partido. En defensa, lideró el equipo en presiones y entradas, incluyendo un par de barridas bien realizadas; en ataque, creó siete ocasiones, tres más que cualquier de sus compañeros, mientras que él y Rijkaard fueron los dos jugadores que más a menudo avanzaron el balón al último tercio.
Hagi
Gheorghe Hagi era el nombre más reconocible en el once del Steaua, y con el número 10 en su espalda el que se esperaba que llevara la mayoría de la carga creativa del equipo. Sin embargo, tenía dificultades en tener un impacto en el juego. Se retrasó para recibir en propio campo para ayudar a avanzar el balón hacia adelante, sobre todo con los regates y conducciones.
Sin embargo, produjo muy poco dentro del último tercio. No creó ni una sola ocasión para un compañero, y aunque lideró a su equipo en tiros, todos de ellos fueron de baja calidad.
Los goles espectaculares de Hagi bajo el sol saturado de USA 94’ son un recuerdo perdurable de mi infancia, pero hay que señalar que fueron el resultado de un tirador constantemente optimista.
Con la información que tenemos hoy en día, los entrenadores normalmente intentan pulir este aspecto del juego de un jugador, aunque no siempre. Echa un vistazo a su hijo, Ianis Hagi, ahora del Rangers. De tal palo, tal astilla.
Variedad en los tiros de esquina
Sólo hubo seis tiros de esquina cortos entre las dos finales anteriores de esta serie y uno de los dos del Ajax en la final de 1972 fue simplemente para mantener la posesión en el tiempo añadido. La mayoría de los tiros de esquina de esos dos partidos fueron lanzados directamente al área.
Hubo más variación en este partido. Sólo dos de los 10 tiros de esquina (cinco para cada equipo) fueron centros altos al área. El Milan había marcado dos veces desde esquemas cortos en su destrucción por 5-0 del Real Madrid en el partido de vuelta de su semifinal y otra vez los entregó corto en la final. El Steaua intentó una interesante rutina en la cual una entrega baja desde la derecha fue dejada algo fuera del camino ideal del tirador final.
Muchos regates
Al igual que en las dos finales anteriores que hemos cubierto, el número de regates en este partido fue enorme para los estándares modernos. Hubo una ligera reducción entre 1960 y 1972, y había otra vez más en esta ocasión, a 46 intentos y 29 completados, pero sigue estando muy por encima de la media contemporánea.