Hemos entrado al siglo XXI en este capítulo de nuestra historia de la Copa de Europa, con la final de 2009 entre el Barcelona y el Manchester United. Casi quince años después de la última final que cubrimos, este partido se parece mucho más al fútbol de nuestra época.
Este es el quinto capítulo de la serie. Ya hemos analizado:
- 1960: Real Madrid 7 - 3 Eintracht Frankfurt
- 1972: Ajax 2 - 0 Inter de Milán
- 1989: AC Milan 4 - 0 Steaua de Bucarest
Había algunas caras familiares en esta final. Edwin van de Sar, el portero del Manchester United, fue titular con el Ajax en 1995. Patrick Kluivert, autor del gol decisivo de ese partido, estaba incrustado en la afición del Barcelona. Johan Cruyff, autor de los dos goles de la final de 1972, observaba desde un lugar más tranquilo.
Menos directamente, como un joven de 18 años, Sir Alex Ferguson había asistido a la final de 1960 en Hampden Park y se había quedado hechizado por la brillantez del Real Madrid.
El United de Ferguson fue el vigente campeón tras su victoria a través de la tanda de penaltis sobre el Chelsea en la final de 2008. Acababa de conquistar el título de la Premier League. El Barcelona, en la primera temporada de Pep Guardiola como entrenador, ya había conseguido un doblete de La Liga y la Copa del Rey.
El United empieza bien; el Barça toma el control
Antes del partido, el United era considerado el favorito, marginalmente por las casas de apuestas, más enfáticamente por los miembros más desinformados de la prensa británica. Empezó bien el partido con una serie de ataques rápidos que le hizo registrar cinco tiros en los primeros nueve minutos. Sólo un bloqueo desesperado de Gerard Piqué impidió que Park Ji-Sung abrió el marcador después de un rebote de un tiro libre de Cristiano Ronaldo.
Con sus dos laterales habituales Dani Alves y Eric Abidal suspendidos y Rafael Márquez lesionado, el Barça utilizó una zaga improvisada en la que Piqué y Yaya Touré se alinearon como centrales. Touré jugó como si todavía estuviera en el centro del campo, dando pasos al frente, siguiendo a sus oponentes y tomándose su tiempo en recuperar su posición. Se acomodó un poco a medida que el partido avanzaba, pero aún así regularmente se le encontraba por delante de sus compañeros de defensa.
Sin embargo, no importaba mucho porque después de esa ráfaga inicial del United, el Barcelona tomó el control del partido con un gol de Samuel Eto’o. Por primera vez, Xavi, Andrés Iniesta y Lionel Messi se combinaron por el centro, Iniesta pasó el balón a Eto’o, y Eto’o regateó a Nemanja Vidic antes de marcar con un remate de punta.
Al igual que en la victoria por 6-2 sobre el Real Madrid en La Liga a principios del mismo mes (un partido que cubrimos en detalle como parte de nuestra serie sobre la evolución de Messi), Messi se alineó como falso nueve, con Eto’o y Thierry Henry a ambos lados de él.
Como en ese partido, fue la superioridad numérica del Barça en el centro del campo, con Messi esencialmente a la cabeza de un rombo que tenía a Sergio Busquets en su base, lo que le permitió tomar el control. Durante un rato, todavía había espacios para que el United atacara en transición. Piqué obstruyó a Ronaldo para evitar que entrara en el área después de un bonito pase en diagonal de Ryan Giggs. No obstante, esas oportunidades casi desaparecieron cuando el Barça empezó a encadenar largas secuencias de posesión controlada y progresiva.
Esta secuencia, que terminó con una falta sobre Iniesta, es un buen ejemplo de la forma en la que el equipo de Guardiola fue capaz de mover el balón y mantenerlo lejos del United, con Iniesta, Messi y Xavi muy involucrados.
El United no parecía tener una respuesta. Desde el primer gol del Barcelona hasta el minuto 72, cuando Messi ya había doblado la ventaja de las blaugranas, sólo se registró tres disparos, dos de ellos a balón parado. No hizo ningún tiro durante casi 50 minutos después de un remate de cabeza de Ronaldo desde un tiro de esquina en el minuto 23. Su ataque era una línea plana durante más de la mitad del partido, a pesar de contar con Ronaldo, Wayne Rooney y, después de su introducción en el descanso, Carlos Tevez.
De hecho, con Tevez en el campo en lugar de Anderson, al United le resultó aún más difícil recuperar y mantener el balón, y el Barcelona comenzó a acercarse al segundo gol. Un toque delicioso de Iniesta comenzó un rápido ataque que terminó con una presentable ocasión de Henry; Xavi golpeó el poste con un tiro libre desde el frontal del área; luego, después de un pequeño respiro, Messi se levantó para cabecear un centro preciso de Xavi y casi terminar el encuentro.
Xavi tuvo un partido impresionante, al igual que Iniesta, cuyos toques de calidad les dejaron boquiabiertos a los comentaristas españoles. Fue un receptor fiable bajo presión y un buen conductor del balón. Lo avanzó al último tercio más a menudo que cualquier otro jugador del Barça.
El United estuvo a punto de conseguir un gol casi directamente desde el saque inicial tras el segundo gol, pero a partir de entonces, no parecía probable que remontara. En el transcurso de los 90 minutos, los dos equipos estuvieron igualados en cuanto a las ocasiones, pero el primer gol cambió por completo el aspecto del encuentro. De ahí en más, el Barcelona estuvo a cargo.
Una señal de lo que vendrá
Existió tramos de este partido en los que, en contraste con los movimientos ágiles de sus oponentes, el United parecía decididamente de pies de plomo cuando tenía el balón. Mientras que las posesiones extendidas del Barça a menudo resultaban en un avance hacia al área, las secuencias más largas del United solían producir una posibilidad cada vez menor de un avance significativo. El contraataque fue su arma más peligrosa, y el Barça lo neutralizó.
Este partido fue un anticipo del choque de estilos que prevalecería en los años siguientes. España había ganado la Eurocopa el año anterior, y la selección y el Barça establecieron un modelo de juego al que otros equipos se vieron obligados a adaptarse. Su planteamiento fue diseccionado y se crearon contramedidas. En La Liga, este Barcelona de 2008-09 todavía tiene la mejor diferencia de Goles Esperados (xG) de la época de Messi. Posteriormente, tanto el Barça como la selección española empezaron a utilizar la posesión cada vez más como medida de control.
Sin embargo, los dos años transcurridos y las diversas demostraciones de formas de intentar contrarrestar el Barcelona de Guardiola parecieron no servir de nada al United. Cuando los dos equipos se enfrentaron de nuevo en la final de 2011, la brecha entre ellos se había ampliado mucho.
Las distancias de los tiros
Este partido se sintió como uno de la era moderna en parte porque fue el primero que hemos visto que tenía una razonable difusión de tiros de una calidad decente. Aparte de algunos tiros especulativos de Ronaldo (después de uno de los cuales, el tristemente reciente fallecido Michael Robinson dijo: "Me alegro que dispare desde allí. Si entra, quitamos el sombrero, pero pocos va a entrar desde allí".) y otros, era una colección de tiros de una calidad media que estaba mucho más cercana a la media contemporánea.
En los últimos cuatro finales de la serie, se ha producido una disminución constante tanto de la distancia media de los tiros como del porcentaje de tiros desde fuera del área.
Final | Distancia media de los tiros (m) | % Tiros desde fuera del área |
---|---|---|
1959-60 | 18.89 | 40.48% |
1971-72 | 23.84 | 54.29% |
1988-89 | 20.46 | 46.15% |
1994-95 | 17.59 | 28.57% |
2008-09 | 16.45 | 17.39% |
El único atípico es la final de 1960, probablemente porque el peso del balón en esa época hacía ineficientes los tiros de larga distancia. El único partido relativamente contemporáneo a ese en nuestro sistema es el amistoso de 1953 entre Hungría y Inglaterra en Wembley. Ese encuentro tenía una distancia media de los tiros aún más cercana de la portería y un porcentaje menor de tiros desde fuera del área.